Héctor Burgos lleva los mandos de Celucolor, una empresa fundada por su padre cuya área de negocio es la fabricación, personalización, impresión y suministro de servilletas y manteles de papel, así como de productos complementarios y otras soluciones.
La trayectoria de Celucolor, fue relativamente plácida mientras la coyuntura económica y la falta de competidores facilitaban el mercado. Pero la situación fue cambiando progresivamente, las responsabilidades que recaían sobre Héctor Burgos eran muy grandes y variadas: logística, administración, producción… Esto, junto con la mayor complejidad del sector, “formaba un cuello de botella y hacía difícil mantener los márgenes de beneficio de épocas anteriores”
Los primeros pasos fueron clave: desbloquear la situación, liberar de carga de trabajo al gerente y evitar atascos. En el momento en que Héctor Burgos dejó de responsabilizarse de ciertas tareas y pudo dedicarse a gestionar la planificación y las entregas, el tiempo y el espacio que se abrieron ante él fueron liberadores. El gran esfuerzo llevado a cabo ha estado siempre acompañado de mucha ilusión y esta ha sido la clave del éxito. Entre todo el equipo, en palabras de Héctor Burgos, “se descubrieron puntos positivos y negativos y cómo explotarlos o corregirlos”.
Otro de los puntos de ataque principales fue la reestructuración, con el objetivo de aprender a delegar, dejar claras las competencias de cada persona y ocupar de manera efectiva cada área, estando todo el equipo interconectado.
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