Desde hace meses, hay muchas empresas de Santander y, en general de toda Cantabria, que han mostrado su interés por instalarse en la Zona Franca de Santander. EL problema de es la falta de espacio que provoca freno evidente.
De ahí que se insista en el crecimiento y en el que la ampliación se haga dentro de los terrenos portuarios, concretamente en la ZAl (Zona de Actividad Logística) donde se podrían ampliar hasta los 150.000 metros cuadrados del Puerto. 2017 lo cerró con un incremento de su facturación del 17% y un alza de la cifra de negocio del 24%. Además, encara 2018 con similares perspectivas, es decir, un crecimiento superior al 20%.
Fernando Cámara, delegado especial de la Zona Franca de Santander, recuerda que ya se solicitó al Puerto la posibilidad de crecer en la ZAL, utilizada en la actualidad, y solo en parte, para aparcamiento de vehículos y que en su día ocupaban los depósitos de Campsa.
La Zona Franca cuenta en la actualidad con 36.000 metros cuadrados, ya agotados, de los que 25.900 son propios. La cercanía a los muelles y el acceso directo desde los buques a los almacenes y depósitos son factores muy importantes en operaciones ligadas a la exportación e importación, que son las que ampara una zona franca.
El hecho de que la de Santander sea una de las siete zonas francas autorizadas en España supone una ventaja competitiva para Cantabria. El valor que han tenido las zonas francas de Vigo o de Barcelona para sus áreas de influencia es un buen ejemplo del potencial de crecimiento que encierra esta figura.