Inteligencia emocional, clave en la Empresa

Por Verónica Cubek, Consultora de Organización y Dirección de empresas en TACTIO

Mucho se habla de la inteligencia emocional, como si de algo etéreo, intangible o no medible se tratase. Resulta un poco más sencillo entender el modo operativo de la inteligencia emocional en las relaciones personales. Tarea un poco más difícil es llevarlo al entorno empresarial

Es importante definir previamente lo que entendemos por Inteligencia emocional. Daniel Goleman, psicólogo, escritor estadounidense y una autoridad en este campo, popularizó la definición que describe la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos”.

La inteligencia emocional es una de las habilidades que más se recomienda sea desarrollada de forma continua en los líderes de una organización. Son muchos los estilos de liderazgo y hay tantos como combinaciones tenga la experiencia, personalidad, valores, y autogestión de cada persona. No obstante, es la inteligencia emocional la habilidad que hace que destaquen los grandes líderes.

Cuando un líder desarrolla su propia inteligencia emocional y a su vez la de su equipo, promueve el buen ambiente de trabajo. Esto tiene un efecto positivo en el desarrollo continuo de cada persona y facilita la superación constante con cada circunstancia que se presente. Ahora bien, como y en qué medida, cada líder logra incorporar esta habilidad en su día a día, carece de fórmulas mágicas o preestablecidas. Se trata de un camino de conciencia individual y dedicación.

Las etapas de desarrollo

Y aunque no hay fórmulas que garanticen que, siguiendo determinados pasos, la persona podrá ejercer su liderazgo con inteligencia emocional, si podemos hablar de las etapas que son necesarias atravesar para adentrarse con seriedad en este tema:

  1. Toma de conciencia: autoconocimiento. Debemos ser capaces de reconocer en nosotros mismos lo que funciona y no funciona bien en nuestro entorno de trabajo, y a nivel interno. Reconocerlo, asimilarlo y ponerlo en el nivel de la conciencia.
  2. Aprendizaje de técnicas de autogestión de las emociones: una buena parte de los problemas que se presentan en los equipos de trabajo es no saber gestionar adecuadamente las emociones de cada individuo, las del líder y las que como equipo se requieren para llegar a un objetivo planteado.
  3. Técnicas de comunicación: y aquí el nivel de profundidad si que es variado. Pero en su base, se trata de incorporar tanto en la comunicación escrita como oral ese “modo” de comunicación que hábilmente llega a cada miembro del equipo de trabajo que se dirige de tal forma que despierta en cada colaborador el entusiasmo y las ganas de dar lo mejor de sí mismo. También pasa por aprender a escucharnos primero a nosotros mismos, para luego ser capaces de escuchar al otro. Escuchar para comprender y no para contestar.
  4. Desarrollo de la empatía: conocer al otro interlocutor es necesario para desarrollar una buena relación empática (estar para el otro, con conciencia de la posición, su opinión, sus argumentos.

La toma de conciencia de la importancia de desarrollar esta habilidad en los lideres de cualquier empresa, no importa el tamaño y la dimensión que ésta tenga, no es un tema intangible o no cuantificable. Una empresa que es dirigida por líderes con un nivel alto de inteligencia emocional se traducirá directamente en equipos de trabajo motivados, con capacidad de autogestión, con motivación para la innovación y trabajo en equipo. Y aquí está la clave de la sostenibilidad en el tiempo de cualquier empresa: las personas.

Para Goleman, “la inteligencia emocional aplicada en las empresas o equipos de trabajo tiene 3 facetas: la capacidad de expresar las quejas en forma de críticas positivas, la creación de un clima que valore la diversidad y no la convierta en una fuente de fricción y la implantación de redes eficaces”.

No importará cuán rentable esté siendo la empresa, o si la tecnología adquirida es la última del mercado o si la infraestructura es la más robusta. Se ha podido comprobar, que equipos de trabajo dirigidos de esta forma, serán altamente productivos, eficaces y resolutivos. Y es esto lo que permitirá a esa empresa, ir a más, crecer más, y en definitiva generar más fuente de negocio, trabajo y aporte de valor en su sector.

La base para lograr los objetivos

Sin equipos de trabajo dirigidos con líderes con inteligencia emocional, todo aquello en apariencia robusto se caerá como un castillo de naipes.

La inteligencia emocional en el ejercicio de cualquier rol de liderazgo, es la base que unirá y sostendrá de manera sólida en el tiempo, todos los logros cuantitativos de la organización.

Finalmente, se trata de descubrir en nosotros mismos en qué nivel nos encontramos en cuanto a las manifestaciones de esta habilidad, y decidir, cuando somos responsables de dirigir un proyecto y equipo de trabajo, entrenar, desarrollar, elevar, (y será esto de forma progresiva), todas las facetas de nuestra propia inteligencia emocional.

Emprendiendo este camino, seremos capaces de empujar, promover y estimular a su vez, el desarrollo de la inteligencia emocional de nuestro equipo de trabajo. No basta con asumir que todos tenemos en menor o mayor medida esta habilidad internalizada. Se trata de buscar empoderarnos de forma continua para ejercerla de forma consciente.