El gigante asiático ha aumentado su inversión en la comunidad en los últimos años tras descubrir el gran potencial agroalimentario gallego. Desde el año 1993, los empresarios chinos han invertido más de 4.000 millones de euros en España según los datos recogidos por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, pero la comunidad gallega no ha sido un socio prioritario para ellos hasta los últimos años. «Ven a Galicia como una potencia muy rica. Por ejemplo, con el vino. Es la autonomía con más denominaciones de origen de España», explica Pablo Cabanelas, coordinador del Máster de Comercio Internacional en la Universidad de Vigo. «Tengo la sensación de que han descubierto el gran potencial agroalimentario después de conocer el sector de la pesca. Ahora observan que hay mucho más», añade.
En estos 25 años, la industria de la alimentación ha sido la que más inversiones ha recibido desde China, al suponer el 51,3% del total. El primer año del gran desembarco fue 2011. La principal operación aquel curso fue la venta de Gándara Censa al grupo Citic, líder en la fabricación de máquinas para el sector minero en China. El máximo accionista de la firma gallega era Carlos Mouriño, que cinco años después hablaría con la misma empresa para la venta del Real Club Celta de Vigo.
La relación entre ambos mercados tuvo un punto de inflexión en ese momento. Apenas 600.000 euros habían viajado desde Chinaen veinte años. En los últimos siete, el montante supera los 118 millones. Y se espera que la cifra vaya a más. “Disponen de mucho efectivo y están dispuestos a invertir a largo plazo”, asegura Cabanelas.
La llegada de inversiones chinas genera cierta desconfianza en una sociedad habituada a que la presencia empresarial de este país se limite, hasta los últimos años, a bazares y manufacturas de baja calidad. «Los asociamos con eso, pero están cambiando su modelo productivo. Es casi un continente y hay zonas muy urbanas punteras tecnológicamente. Los proveedores se han instalado allí y las empresas han adquirido el know-how», subraya el profesor de la Universidad de Vigo.
El ejemplo más claro de aventuras empresariales chinas en el extranjero está en África. Un reportaje del New York Times se preguntaba en 2017 si China sería la nueva potencia colonial en el mundo. Las firmas del país pusieron sus ojos en el continente hace más de medio siglo, pero su intervención ha crecido de forma exponencial en los últimos años. Solo en 2016, China destinó una partida de 60.000 millones de dólares para financiar infraestructuras en África.
«China ha tenido gran impacto allí, pero aquí es un modelo distinto porque el tejido empresarial y las instituciones son diferentes», aclara Cabanelas. «Es cierto que, cuando las empresas dejan de tener capital doméstico, hay riesgo. Pero en este caso, siendo sobre todo un sector agroalimentario que tiene su riqueza en Galicia, es difícil que deje de estar aquí», añade.